Un tío, un padre

​El recuerdo de sobrinas y sobrinas nietas de don Álvaro

Lola, China, Sonia y Miriam, con hijos y sobrinos, delante del cartel de la beatificación de don Álvaro.

Lola Niño del Portillo es hija de Pilar del Portillo, la cuarta hermana de la familia de don Álvaro. Su recuerdo más especial de su tío tiene fecha concreta: el día 6 de enero de 1991, día de su ordenación episcopal. Como relata, "estábamos en la Sala Clementina esperando la audiencia con el Papa. Yo estaba nerviosísima, porque quería entregarle una carta que le habían escrito mi hija y sus compañeras de clase, y no sabía ni el momento, ni el modo. Mientras tanto, don Álvaro nos hizo muy agradable la espera. Cuando entró san Juan Pablo II, don Álvaro nos fue presentando a cada uno. Por los comentarios, se veía que ya había hablado alguna vez de su familia con el Papa. Cuando llegó mi turno, don Álvaro le dijo: "Santo Padre, que Lola le quiere decir algo". Él no sabía que yo llevaba una carta, pero en ese momento yo noté cómo don Álvaro desaparecía para que me sintiera protagonista única al lado del Papa. Ese día don Álvaro leyó mi corazón".

Noté cómo don Álvaro desaparecía para que me sintiera protagonista única al lado del Papa. Ese día don Álvaro leyó mi corazón"

De aquél día de Reyes Magos, Lola recuerda también que vio "la amistad y la complicidad que había entre el Papa y don Álvaro. San Juan Pablo II nos dijo: "Hoy he consagrado al obispo más joven", y don Álvaro le respondió: "Santidad, querrá decir el más viejo", a lo que el Papa le contestó: "¡Noooo! Para dirigir el Opus Dei tiene que ser muy joven". Y se rieron. Siempre que veíamos a don Álvaro nos pedía que rezáramos mucho por el Papa, fuera quien fuera, por sus colaboradores, y por la Iglesia".

Lola Niño del Portillo, sobrina de don Álvaro, hija de su hermana Pilar.

Cariño muy próximo

De todas las posibilidades de años de trato, el primer recuerdo de Lola tiene que ver con el amor a la Iglesia y al Papa. El segundo tiene más que ver con el día a día de su solicitud por los suyos: "Cuando se murieron dos hermanos míos en circunstancias distintas, viví muy de cerca su preocupación por ayudarnos, por darnos paz, para que le sintiéramos a nuestro lado, su cariño a mis padres... Nos llamaba, nos escribía unas cartas preciosísimas. Nos dio muchísima fortaleza en este tiempo".

Cuando se murieron dos hermanos míos en circunstancias distintas (...) nos escribía unas cartas preciosísimas. Nos dio muchísima fortaleza en este tiempo

Lola recibió la Primera Comunión de manos de don Álvaro. Pero entonces tenía 6 ó 7 años y nos recuerda casi nada. Sin embargo, tuvo oportunidad de rememorar aquél día "con la Primera Comunión de mi hija María. Le pregunté si podía oficiarla él, y no me puso ningún problema. Desde octubre hasta finales de noviembre estuvimos en contacto por teléfono para ir cuadrando la fecha. Cuando se acercaba el día, quiso saber cómo estaba preparada, y le fue explicando lo que significaba tener a Jesús dentro. Le habló mucho de libertad, y le dijo que, siempre, siempre, no sólo a Dios, también a los demás, primero perdón, y después, gracias".

Sonia es sobrina nieta de don Álvaro

"Le sentí siempre como un padre"

China del Portillo también es sobrina de don Álvaro. Ella destaca dos recuerdos muy particulares. El primero, el día que le conoció: "Fue en 1956, cuando falleció mi padre. Vino a Madrid y estuvo una semana. Venía todos los días a casa, y estaba con mi madre, con mi hermano y conmigo una hora, hora y media. Después, cuando se iba tomaba notas. No sé por qué. Pero apuntaba cosas de la conversación que habíamos tenido. Nos hablaba de la vida cristiana, de los deberes de un buen cristiano, y de los deberes de un buen hijo. Con muchísimo cariño, nos decía: "A mamá la tenéis que querer. Se ha quedado viuda muy joven, la tenéis que querer, se merece todo vuestro cariño".

China del Portillo, sobrina de don Álvaro, hija de su hermano Francisco.

"Nos sugirió -continúa- que nos confesáramos y que recibiéramos a Jesús en la Comunión con frecuencia. Un día me llamó la atención un comentario, y lo apunté: "Hoy me habló de oración, y me ha dicho que oración es hablar con Jesús, ponerme delante de Él en el Sagrario, mirarle y contarle lo que me pasa. Y Jesús siempre te va a mirar y te va a decir lo que quiere, y tú tienes que hacer lo que Él te diga. A partir de esos días, sentí que don Álvaro se convirtió en un padre, por su preocupación constante por todos. Nunca dejó de estar pendiente de mi madre, que le consultaba a él muchas cosas relativas a la educación de mi hermano y mía, le contaba sus preocupaciones... Me dijo que nos escribiría y nos seguiría preguntando. A partir de 1956, en todas las cartas que tengo, me pregunta qué pasó con aquello, ¿te confiesas con frecuencia?, ¿qué le dices al Señor cuándo comulgas?, ¿le pides por mamá?... Me pedía que rezara "por este tío que tanto te quiere. Te voy a pedir también que nunca dejes de rezar por la Iglesia y por el Papa".

Me pedía que rezara "por este tío que tanto te quiere. Te voy a pedir también que nunca dejes de rezar por la Iglesia y por el Papa".

Próximo al dolor

Otro recuerdo de China es una historia dolorosa y larga que vivieron en casa. Cuando "Ante una situación difícil familiar, mi madre le contaba al tío Álvaro sus preocupaciones. Yo le vine a manifestar mi dolor por esa situación. Le contaba que me preocupaba y me producía dolor la situación de mi hermano. Me dijo: "A Jesús le ayudó a llevar la Cruz un hombre que era el Cirineo, y a ti, quien te ayuda a llevar la Cruz es el mismo Jesucristo, y tío Álvaro está siempre a tu lado".

Tres generaciones de parientes de "nuestro querido tío Álvaro"

Ante esa misma situación, tengo el recuerdo de que siempre tenía pensamientos y palabras de comprensión: nos animaba a rezar, querer, comprender. Mi madre le dijo que tenía una preocupación sobre lo que pasaría el día de mañana. Y su respuesta son palabras que se me grabaron: "No te preocupes, que tendrá tiempo. Tío Álvaro reza por él". Me dijo que cada día, en el examen de conciencia, se hacía el propósito era rezar por su sobrino Jorge. Y efectivamente, después de muchísimos años, casi 40 años sin saber nada él, al final tuvo tiempo. Recibió los sacramentos. Nos llamó, y estuvimos con él". La cercanía con su familia era total. Yo me sentí muchas veces la única sobrina: que mis preocupaciones eran sus preocupaciones. Si le contabas una cosa, él la seguía. Si no iban bien, siempre decía: "¿Y no podríamos rezar un poquito más?".

"Si le contabas una cosa, él la seguía. Si no iban bien, siempre decía: "¿Y no podríamos rezar un poquito más?"

Miriam, sobrina de China, es la sobrina nieta mayor de don Álvaro. Uno de sus primeros recuerdos fue el de su Primera Comunión en Diego de León: "todo en latín, menos la homilía. Un sacerdote me explicaba cada parte de la misa. En la homilía, tío Álvaro, en clara alusión a mi padre, contó que un árbol, aunque nazca torcido, si le pones una vara, puedes enderezarlo. Era muy pequeña, pero me acuerdo perfectamente".

"Nos apetecía muchísimo verle"

A corazón abierto, y a pesar del escalón generacional, destaca: "Le quería un montón Era completamente humano. Mostraba un gran amor por la Iglesia y pretendía que todos sintiéramos ese mismo amor. Subrayaba siempre lo bueno de los demás. Nos animaba a querer mucho a nuestro padre. Le veíamos muchísimo, porque siempre que venía a Madrid, estábamos con él, aunque fuera un ratito. Quería muchísimo a mi madre, y se carteaba con ella. A nosotros también nos escribía un montón. Se acordaba de todos los detalles".

Miriam, sobrina nieta de don Álvaro.

Su hermana Sonia, insiste: "Era muy humano y muy cercano, y muy cercano a Dios. Lo tienes que vivir para que te lo podamos transmitir. ¡Tener un tío en Roma, haciendo mil cosas, y sin embargo que esté tan pendiente de ti, y de tus problemas... Nos apetecía muchísimo verle, y nos transmitía una paz increíble".

¡Tener un tío en Roma, haciendo mil cosas, y sin embargo que esté tan pendiente de ti, y de tus problemas...

Lola, China, Miriam y Sonia formaban parte de la expedición familiar sorpresa que se preparaba en marzo de 1994 para presentarse en Roma y celebrar allí con don Álvaro su 80 cumpleaños. A falta de cerrar los billetes, llegó un fax dirigido a su hermano Carlos en el que expresaba su alegría por haber pensado en estar con él en esa fecha, sin embargo, en esos días no nos iba a poder dedicar mucho tiempo, porque, decía, "me debo a mis hijas y a mis hijos". Y terminaba aquellas letras, según cuenta China: "Os propongo un plan: ¿os parece que pospongamos ese viaje, y vernos después de mi viaje apostólico a Jerusalén?". Y aquél viaje se hizo cuando él ya estaba en el cielo. Para asistir a su funeral.