«El ejemplo de mi padre influyó en mi vocación: siempre una sonrisa, un Dios proveerá»

Hijo, esposo y padre de supernumerarios de la Obra, Martín Ocando pidió la admisión al Opus Dei influenciado por el ejemplo de vida de su padre. Aquí cuenta su historia.

Martín Ocando vive en Panamá y trabaja en el desarrollo y soporte de programas de computación que manejan el volumen de datos que se producen en las operaciones portuarias.

Pidió la admisión al Opus Dei el 26 de junio de 2023, justo el día de la fiesta de San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador de la Obra. “Mi carta [para solicitar la admisión] comienza así: Querido Padre, soy hijo de supernumerarios, esposo de supernumeraria y padre de supernumerarios”, señala Martín.

Sus hijos son, por orden de edad, de menor a mayor: Patricia Corina, Eduardo Enrique, José Ignacio, Isabel Cecilia y Juan Francisco. “La única que no es de la obra, todavía, es Isabel Cecilia. Todos los demás somos supernumerarios”, comenta Martín junto a su esposa Patricia.

La vocación para mí significa la respuesta a lo que tenía tiempo pidiéndole a Dios. Yo le decía: "Señor, tengo una agenda muy complicada y apenas me alcanza el final del día para compartir un rato con la familia y prepararme para el día siguiente. En esta situación, todavía siento que puedo hacer más, que puedo dar la milla extra, así que preséntame un camino para acercarme y acercar a los demás a Tí”, dice Martín.

En su vida, además del trabajo profesional y de los asuntos familiares, hay espacio para otras actividades. “Soy un adicto a la lectura −comenta Martín−, en lo que va de año he leído 23 libros, y estoy escribiendo dos. Uno sobre mis experiencias en el ámbito laboral y familiar, y una novela de suspenso sobre un evento aeronáutico basada en hechos reales”.

Otra de sus pasiones es la fotografía, a la que se dedicó como oficio profesional alternativo por un tiempo.

‘La Obra en mi vida’

Martín creció en Venezuela, en una familia de padres supernumerarios. Durante esos años, las contrariedades “siempre nos acompañaron por la mayor parte de nuestra vida”. Sin embargo, recuerda, “mi padre siempre las llevó con garbo, fortaleza y caridad. Nunca una queja, nunca un mal humor, nunca lo escuché hablando mal de nadie, siempre una sonrisa, un Dios proveerá”.

Por esa razón, Martín no duda cuando dice que “lo más significativo que ha influenciado mi vocación fue el ejemplo que por tantos años tuve de mis padres, especialmente mi padre”.

“Hasta en sus últimos años, con la enfermedad que estuvo llevando con alegría y amor a la Cruz, siempre tenía una palabra de aliento y siempre una sonrisa”, recuerda.

“Toda familia pasa por contrariedades, problemas económicos, enfermedad, la ausencia de algún ser querido, etc. y la vocación nos ayuda a ver la Cruz de Jesucristo en todas estas cosas y sobrenaturalizarlas para santificarnos”, concluye.